2 de diciembre de 2014

La Navidad ya no es igual cuando creces...

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Desde que tengo memoria, siempre esperaba con mucha emoción la llegada de diciembre por todo lo que significaba: vacaciones, regalos, cena y festejos con toda la familia. Era un mes muy distinto, con calles llenas de luces, adornos en casa e infinidad de comerciales que aparecían en Canal 5, Cartoon Network o Nickelodeon, donde anunciaban los juguetes del momento.

El 24 de diciembre estaba marcado en mi calendario como uno de los días más importantes del año. Esa noche, recibiría lo que tanto pedía a mis padres (o antes de los 7 años,  a Santa Claus) y cenaría junto a mi familia. Yo nunca fui muy bueno para comer, recuerdo que si no era algo que me gustara visualmente, ni lo probaba. En algunas ocasiones se hizo lo tradicional: pavo, romeritos, ensalada de manzana... Otros años, todo fue como un sueño: pizzas, tamales o tacos (¡una verdadera delicia!).

Es muy lindo hacer memoria, y darme cuenta que siempre fui un niño muy bien consentido en estas fechas. Recibí consolas de videojuegos, tales como la NES, N64, GameBoy Advanced. Celulares como el Motorola v3, Nokia 3220, Samsung Star TV. Juguetes de series como Transformers o Spiderman. Y ni hablar de los clásicos juegos de mesa de MiAlegría o Hasbro. Ningún año hizo falta (incluso aquella vez de 1999 en la que me dieron un "juego de pecesitos" de 50 pesos, que debo admitir, me encantó).

Sin embargo, he tenido en los últimos 5 años navidades irregulares. Algunos familiares van, otros vienen. Las fiestas con mi familia ya no son las mismas. Antes todo era diversión, gritos, festejo a lo grande. Hoy, todo se ha convertido en una charla cordial con todos los primos, tíos, abuelos, hermanos y padres. Aburrido... o quizás no tanto, porque cuando creces, comienzas a ser fanático de la formalidad y de las fiestas serias.

Lo impotante es no perder esa iluisión por la Navidad que tenemos de nuestra infancia. Actualmente me he convertido en un joven con muchas obligaciones, que debe comenzar a dar sus primeros pasos en el mundo laboral, sin mucho tiempo para distraerme o divertirme. Pero.. ¡qué va! Es un momento de pasarla bien, y de dejar salir a nuestro niño interno.

A pesar de los años, aún mis padres siguen dándome un regalo en estas temporadas, sin embargo, una de las ventajas de crecer es que puedes estar del otro lado. Ser tú quien ya puede dar los obsequios a los demás; ver las caras felices de otras personas no tiene precio.

Disfrutemos cada una de las etapas de nuestra vida. Es verdad que esta temporada, conforme pasa el tiempo, ya no es lo mismo, pero si ponemos de nuestra parte podemos lograr una mágica navidad. Es sólo cuestión de hacer algo distinto año tras año. Y no, no me refiero a dejar a la familia a un lado, sino impulsar a todos a que participen en algunas dinámicas que salgan de lo anteriormente hecho. Rifar regalos, bailar, hacer fogatas, etc.

¿También has sentido que conforme has crecido esta celebración ya no es igual? ¿Te acuerdas de cuáles regalos recibiste en navidades anteriores? ¡Compártenos tus experiencias en la caja de comentarios!

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Redactado por

Conductor y productor en Sistema Michoacano de Radio y Televisión | 22 años |

1 comentarios:

  1. jejejjeje, el regalo de navidad que mas recuerdo es cuando tenìa 7 años y me regalaron el nintendo 64

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